Las reliquias de San Martín de Porres llegaron la mañana del del 18 de mayo a la ciudad de Piura siendo recibidas por el arzobispo de Piura José Antonio Eguren.
En homenaje realizado a la 1 pm ,se realizo una misa en la parroquia Santa Rosa del asentamiento humano del mismo nombre.
Las reliquias de santo moreno permanecerán hasta mañana sábado en Piura, luego serán trasladadas a la ciudad de Sullana. Este recorrido forma parte de diversas actividades que se desarrollan este año en el marco de los 50 años de canonización de San Martín de Porres.
Las reliquias del San Martín de Porres llegaron a la ciudad de Piura y les rindieron un primer homenaje en el local de la sanidad de la Policía Nacional en el distrito de Castilla, donde los efectivos cargaron el madero donde reposa la urna con las reliquias del santo.
reliquias recibieron un primer homenaje en el local de la sanidad de la Policía Nacional y posteriormente será traslada hacia la institución educativa Santa María
Los integrantes de la congregación que lleva el nombre del santo
indicaron que con este recorrido por diversas localidades se buscan la unión
entre los peruanos a través de San Martín de Porres que es conocido a nivel internacional.
La urna con las reliquias fue llevada hasta la institución
educativa Santa María donde también le rindieron un homenaje y a partir de las
08:00 p.m. se realizará una vigilia con la comunidad educativa y religiosas de
este colegio.
Para mañana (sábado) a las 09:00 a.m. hará su ingreso a la plaza
de armas y luego podrá ser visitada por los fieles hasta las 06:00 p.m. que
inicia la celebración de la misa a cargo del arzobispo de Piura, monseñor José
Eguren.
Y el domingo desde las 09:00 a.m. visitará la parroquia San Martín
en Castilla, al promediar las 02:00 p.m. la urna la trasladarán hasta el
asentamiento humano San Martín, ahí llegará hasta la parroquia Nuestra Señora
del Rosario y a partir de las 5:30 p.m. visitará la parroquia Santa Rosa.
Milagros atribuidos
Las historias de sus milagros son muchas y sorprendentes, éstas fueron recogidas como testimonios jurados en los Procesos diocesano (1660-1664) y apostólico (1679-1686), abiertos para promover su beatificación. Buena parte de estos testimonios proceden de los mismos religiosos dominicos que convivieron con él, pero también los hay de otras muchas personas, pues Martín de Porres trató con gentes de todas las clases.
Se le atribuye el don de la bilocación. Sin salir de Lima, fue visto en México, en África, en China y en Japón, animando a los misioneros que se encontraban en dificultad o curando enfermos. Mientras permanecía encerrado en su celda, lo vieron llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos o curarlos. Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. En ocasiones salía del convento a atender a un enfermo grave, y volvía luego a entrar sin tener llave de la puerta y sin que nadie le abriera. Preguntado cómo lo hacía, siempre respondía: "Yo tengo mis modos de entrar y salir".
Se le reputó control sobre la naturaleza, las plantas germinaban antes de tiempo y toda clase de animales atendían a sus mandatos. Uno de los episodios más conocidos de su vida es que hacía comer del mismo plato a un perro, un ratón y un gato en completa armonía.
Se le atribuyó también el don de la sanación, de los cuales quedan muchos testimonios, siendo las más sorprendentes la curación de enfermos desahuciados. "Yo te curo, Dios te sana" era la frase que siempre solía decir para evitar muestras de veneración a su persona. Según los testimonios de la época, a veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan sólo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación. Normalmente los remedios por él dispuestos eran los indicados para el caso, pero en otras ocasiones, cuando no disponía de ellos, acudía a medios inverosímiles con iguales resultados. Con unas vendas y vino tibio sanó a un niño que se había partido las dos piernas, o aplicando un trozo de suela al brazo de un donado zapatero lo curó de una grave infección.
Muchos testimonios afirmaron que cuando oraba con mucha devoción, levitaba y no veía ni escuchaba a la gente. A veces el mismo Virrey que iba a consultarle (aún siendo Martín de pocos estudios) tenía que aguardar un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que terminara su éxtasis.
Otra de las facultades atribuidas fue la videncia. Solía presentarse ante los pobres y enfermos llevándoles determinadas viandas, medicinas u objetos que no habían solicitado pero que eran secretamente deseadas o necesitadas por ellos. Se contó además entre otros hechos, que Juana, su hermana, habiendo sustraído a escondidas una suma de dinero a su esposo se encontró con Martín, el cual inmediatamente le llamó la atención por lo que había hecho. También se le atribuyó facultades para predecir la vida propia y ajena, incluido el momento de la muerte.
De los relatos que se guardan de sus milagros, parece deducirse que Martín de Porres no les daba mayor importancia. A veces, incluso, al imponer silencio acerca de ellos, solía hacerlo con joviales bromas, llenas de donaire y humildad. En la vida de Martín de Porres los milagros parecían obras naturales.